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martes, 14 de septiembre de 2010

Llegó Leticia, una joven Erasmus en Londres

Contar quien es Leticia, en pocas palabras, resulta difícil. Es la primera profesora que hemos tenido que tiene la magía de Cantar cuentos en lugar de contarlos...
                         Una joven Erasmus
La comunicación ha sido en mi familia una parte fundamental a lo largo de nuestras vidas: siempre lo hemos arreglado todo hablando e incluso muchas de nuestras conversaciones y discusiones han sido sobre la misma lengua, que si esto se dice así, que si lo otro asá, que si un mismo objeto en un pueblo se llama de una forma y en otro de otra distinta…
Mi padre, como buen aragonés, hablaba Fabla aragonesa, un dialecto que tiene muchas palabras en común con el Catalán y otras con el Castellano, y que sólo se habla en los pueblos pequeños de Aragón. Aunque en casa no hablaba Fabla porque mi madre es madrileña y ella no lo entendía, muchas palabras y expresiones sí se han impregnado en mi vocabulario y el de mis hermanos.
Leer me ha gustado desde siempre, recuerdo que decía “es que un buen libro es mejor que una película, porque te metes tanto en los personajes que parece que estás dentro de la historia”; me metía en el cuarto de baño y me pasaba allí horas devorando libros. Leer me transporta a lugares maravillosos que quizás nunca llegue a conocer en persona, pero quizás nunca los conozca tan bien como a través de las páginas de un libro, que en definitiva son la mirada de otro ser humano a través de sus sentimientos y emociones y de una atmósfera que crece infinitamente dentro de la imaginación tanto del escritor como del lector y que ponen en comunicación a tantas personas de tan diferente puntos del planeta, es como un milagro.
 También me encantaba cuando mi madre y mi tía me contaban historias para dormir, las historias que nos contaban los monitores bajo la luz de la hoguera cuando iba de campamento de verano en el pirineo aragonés…; siempre he pensado que los contadores de historias son magos, o hadas, como Doña Díriga.
Pero mi gran pasión ha sido la escritura.  Todos tenemos alguna estrella, es cuestión de buscarla bien y de creer en ella. Yo no nací con el don de la palabra hablada, pero escribir se me da bastante mejor. Escribiendo he conseguido enamorar, hacer llorar, hacer reír, sorprender, emocionar, convencer, ilusionar…; me he sentido segura, plena, llena, libre, feliz. Desde bien pequeña, yo creo que desde que aprendí a escribir, ya me gustaba contar todo lo que me pasaba y lo que sentía y los secretos que no le contaba a nadie, en un diario. También me gustaba escribir muchas cartas a todos mis amigos y familiares, cartas postales, de las que se echan en el buzón o en correos que ahora casi son un objeto de museo…, y conforme iba creciendo, he ido escribiendo artículos, poesías…, unas veces en el periódico de mi pueblo natal, Barbastro (Huesca), y otras en revistas de Nutrición o Educación. Aunque aún tengo un sueño: me gustaría escribir un libro algún día y poder publicarlo, de poesías, de cuentos para niños, de reflexiones…
Es que es hablar de letras y me emociono y me voy por las ramas, y eso que yo estudié “Ciencias”, pero siempre he pensado que eso de ser de letras o ciencias no iba conmigo, pues yo sentía que me gustaba todo, nunca he entendido por qué tenía que separar mis intereses por el mundo.
Recuerdo que me gustaba tanto aprender nuevos idiomas, que desde muy pequeña mis padres nos apuntaron a mi hermano y a mí a estudiar inglés. Yo estaba tan contenta que le decía a mi madre: “¡qué bien!, enseguida podremos hablar entre nosotras sin que los demás nos entiendan y nos podremos contar secretos sin tener que hablar en voz baja…, ¡qué divertido!”.
En el colegio también di unas nociones de Francés y, soñaba con el día en que pudiera vivir de verdad en un país extranjero para aprender, desde la vida misma, una lengua que no fuera mi lengua materna. Ese momento llegó cuando me fui a Londres a realizar mis prácticas de Magisterio Infantil, pero antes pasé por una experiencia inesperadamente gratificante con una cuarta lengua en mi vida: el Catalán.
La carrera de Magisterio la he cursado en Alicante y, por tanto, he tenido que estudiar la lengua Catalana. A principio era un poco reacia, porque no veía su necesidad, pero estudiar y vivir en la Comunidad Valenciana me ha abierto los ojos.  He experimentado en mí misma el esfuerzo de aprender un nuevo idioma y lo que más me ha ayudado en ese proceso ha sido introducir la conversación en las situaciones cotidianas de cada día, así como la lectura. Hablar en pequeños grupos de conversación con el Voluntariado de la Universidad ha hecho que en mi cabeza bailen las palabras en Catalán y que poco a poco pudiera pensar en esta lengua.
Este mismo proceso lo he presenciado en mi estancia de prácticas en Londres, tanto en mi propia persona como en la relación diaria con los niños de mi clase. Como futura maestra creo que el tema de la conversación es fundamental para aprender bien un nuevo idioma y creo que os maestros tenemos la obligación de fomentarlo en los niños en el aula, de una manera natural y lúdica, aprovechando todas las situaciones cotidianas cerca de sus intereses. En el Cañada, en las clases de Osos y Leones, he comprobado como esto se lleva a la práctica cada día, en cada situación, en cada juego, asamblea, teatro…; los niños de estas clases tienen en su mayoría el inglés como lengua materna y en el colegio se les enseña a hablar y pensar en Español, desde la vida, integrando ambos idiomas en la estructura de su pensamiento.
Mi experiencia me dice que una vez que haces el esfuerzo por abrirte a un nuevo idioma diferente del tuyo materno, se despejan fronteras y se abren nuevos caminos antes insospechados, dormidos. Cada nueva lengua es una puerta al mundo, a una cultura y una forma de entender la vida y las costumbres de otros pueblos diferente. Las lenguas son un regalo de la vida que debemos aprovechar y fomentar desde la infancia.
Y como ella llegaron y se despedieron... otros muchos Erasmus y nos ayudaron a que Lorca sonara en Londres 

2 comentarios:

  1. ¡Precioso autorretrato! ¡Parece que la profesión ha ganado una buena maestra!
    Suerte en tus prácticas y que disfrutes y aprendas mucho de la experiencia.
    Besos.

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  2. Muchas gracias Conchita por el comentario y por estar siempre ahí siguiendo los pasos de nuestra querida Doña Díriga!. Las prácticas yas las terminé en mayo y guardo tan buenos recuerdos que siempre es una alegría rememorarlos. Un abrazo, Leticia.

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